Friedrich Nietzsche
(1844-1900).
Filósofo, poeta y filólogo alemán, cuyo pensamiento es considerado
como uno de los más radicales, ricos y sugerentes del siglo XX.
No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra.
El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".
Sin música la vida sería un error.
El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.
La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido de él lo imposible, como todos los amantes.
La mujer perfecta es un tipo humano superior al varón perfecto, pero también es un ejemplar mucho más raro.
El hombre parece tener más carácter cuando sigue su temperamento que cuando sigue sus principios.
El matrimonio acaba muchas locuras cortas con una larga estupidez.
La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte.
Todos los pozos profundos viven con lentitud sus experiencias: tienen que esperar largo tiempo hasta saber qué fue lo que cayó en su profundidad.
El sexo es una trampa de la naturaleza para no extinguirse.
Las convicciones son más peligrosos enemigos de la verdad que las mentiras.
Lo que hacemos no es nunca comprendido, y siempre es acogido sólo por los elogios o por la crítica.
Olvida uno su falta después de haberla confesado a otro, pero normalmente el otro no la olvida.
No se odia mientras se menosprecia. No se odia más que al igual o al superior.
Nuestro destino ejerce su influencia sobre nosotros incluso cuanto todavía no hemos aprendido su naturaleza; nuestro futuro dicta las leyes de nuestra actualidad.
La sencillez y naturalidad son el supremo y último fin de la cultura.
El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación.
Toda convicción es una cárcel.
La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido.
Sin arte la vida sería un error.
El gran estilo nace cuando lo bello obtiene la victoria sobre lo enorme.
Mucho tienen que hacer los padres para compensar el hecho de tener hijos.
Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos.
Un filósofo casado es, para decirlo claro, una figura ridícula.
El hombre, en su orgullo, creó a Dios a su imagen y semejanza.
Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.
La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.
Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz.
Para llegar a ser sabio, es preciso querer experimentar ciertas vivencias, es decir, meterse en sus fauces. Eso es, ciertamente, muy peligroso; más de un sabio ha sido devorado al hacerlo.
Lo que no me mata, me hace más fuerte.
Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos; no muertos y cadáveres que tenga que llevar a cuestas por donde vaya.
En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre.
La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor.
¿No es la vida cien veces demasiado breve para aburrirnos?
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